domingo, 12 de abril de 2015

¿Tienes un negocio?

 Una reunión de negocios siempre puede llegar a ser satisfactoria cuando las partes saben negociaru

  Negociar es tener habilidades para lucrar. 

 Detengámonos en su definición estricta:

Según la Real Academia española:
(Del lat. negotĭum).
1. m. Ocupación, quehacer o trabajo.
2. m. Dependencia, pretensión, tratado o agencia.
3. m. Aquello que es objeto o materia de una ocupación lucrativa o de interés.
4. m. Acción y efecto de negociar.
5. m. Utilidad o interés que se logra en lo que se trata, comercia o pretende.
6. m. Local en que se negocia o comercia.


Cuando se escucha el término negocio, mucha gente posee la percepción negativa de que hay gato encerrado. 
El término conlleva prejuicios internos y externos. Dependiendo de la cultura, éstos pueden irse acrecentando o disminuyendo. La prensa también ha contribuido a esta percepción negativa, provocando una invasión en todos los campos materiales de difusión. Allí donde el cliente está,  la marca está. En otras personas otros factores intrínsecos pueden jugar en desfavor de su ambición para montar un negocio y vivir de él.

Existen personas que buscan o necesitan estar en seguridad a través de la estabilidad de un trabajo remunerado estable. Vivir en la incertidumbre constante no lo pueden manejar. 
La Real Academia de la Lengua Española describe el término negocio en su primera acepción como sinónimo de quehacer, trabajo y ocupación, términos menos grandilocuentes. Negocio es utilizado mayormente en grandes ciudades. 

Sin embargo, el negocio se inserta en nuestra vida cotidiana. En Francia, la primera pregunta que se hace a alguien que se conoce por primera vez es
— «¿Qué hace Ud. en la vida?».

Se responde con la actividad que se realiza para ganarse la vida. Si no se está trabajando, simplemente,  se dice: «estoy sin empleo» o «buscando trabajo». Es algo completamente normal. Nadie se siente menos por esto.

Para los que venimos de culturas y economías dónde no existen subsidios para el paro, esta pregunta nos resulta muy agresiva.  No se acostumbra contar nuestra vida al primero que se cruza en el camino, y menos en divulgar algo personal a menos que entremos antes en confianza. Y si no se trabaja, el hecho  resulta en sí mismo ya humillante.

No tener actividad o no ocuparse es indigno. El trabajo dignifica. Por eso esta pregunta pasa a formar parte del ámbito privado. En cambio, en Francia, todo individuo se radiografía en su ocupación. Si no te ocupas de algo, no eres nadie, sólo un número de la Seguridad Social y un pasivo para el Estado. La ocupación de las personas es algo público. Estos choques culturales siempre pueden ser interesantes estudiarlos para poder adaptarse al medio donde se vive. 


El negocio es de orden público. 


Todos tenemos necesidad de tener un negocio, forma parte de nuestra realización personal. Y la sociedad es beneficiada con la actividad laboral que repercute en todo el territorio, en las relaciones, en la familia, en la microeconomía, y en la macroeconomía al contribuir al Producto Interno Bruto de un país. Poseer un negocio contribuye a la producción y al buen funcionamiento de la economía. 
En resumen, ganar dinero hace bien a todo el mundo. Es una evidencia. Pero, algunas personas piensan que son un fraude... ni siquiera antes de «mojar la camiseta» (sudar) para ocuparse de algo.


  ¿Puedes contestar las siguientes preguntas? 


¿Qué bienes o servicios ofreces?  ¿Sabes la diferencia entre talentos y habilidades? 
¿Conoces a tus competidores? ¿Has pensado en cambiar de actividad? ¿Te aburres o te apasiona cada vez más lo que haces? ¿Estás satisfecho con lo que ganas vendiendo tus servicios? ¿Dependes de alguien o eres tu propio jefe? ¿Eres tu propio empleado o piensas y actúas como gerente de tu negocio? ¿Te gusta vender? ¿Sabes negociar? ¿Sabes cuánto es el precio de mercado de tus habilidades y talentos? ¿Te sientes estancado? ¿No logras subir tus precios? Algunos temas que trataremos en siguientes artículos.





jueves, 2 de abril de 2015

¿Cualquiera puede traducir?




Desde que apareció Google Translator, muchos creen poder traducir creyéndose el cuento de que es así.




Esta pregunta es obscena... porque para muchos la respuesta es sí.
La traducción automática es una gran herramienta para poder entender de una forma general un texto en lengua extranjera, pero tiene el inconveniente de no cuidar la gramática ni la sintaxis de las frases y mucho menos la terminología adecuada o la semántica. 

Obviamente, las traducciones del GT contienen contrasentidos, palabras sin sentidos, y muchas otros errores de estructura en las frases. Pero, yo no voy a atacar a GT como lo hace la mayoría de los traductores y agencias de traducción. GT tiene sus limitaciones y el traductor humano tiene las suyas. Vayámonos paso, por paso.

—Ventajas de GT: rapidez, de fácil acceso y precio,

—Ventajas del traductor humano: calidad que debe ser garantizada y seguridad,

—Desventajas de GT: calidad mediocre,

—Desventajas del traductor humano: tiempo y precio.

Todo depende de lo que el cliente desee obtener como objetivo final. No es lo mismo comprar un perfume barato a un verdadero perfume. Traducir es un arte, sobre todo cuando se trata de la traducción literaria. Los traductores literarios y audiovisuales son artistas y autores. Cuando decidí verdaderamente consagrarme a esta profesión, por el año 2012, ya era titular como traductora pública desde el año 2006. Pero la actividad para mí era muy superficial en aquella época, hasta que decidí trabajar y me inscribí además a un máster de traducción especializada en derecho.

Ser traductor conlleva de por sí, a ser emprendedor, además de autor de letras, y estas artes conjugadas al  hecho de convertirse en un geek con un dominio importante de la tecnología informática como herramienta del traductor. 

Los puestos de trabajo para un traductor dentro de la empresa están en vías de extinción. El 90 % de los traductores somos profesionales independientes casi invisibles en nuestros productos vendidos.

Sin embargo el artista se reivindica, ser traductor es ser un buen artista cuyo talento se pule y se nutre del saber y de la experiencia.




El traductor lleva un estigma consigo, mucha gente cree que su profesión es un hobby o no es seria, lo tildan de bohemio, trabajador en pijamas, y que vive como todos los que viven de su arte. Si bien su profesión muchas veces no es reconocida o valorada como debería por ser una gran parte de ella invisible, el traductor es un trabajador intelectual necesario. ¿Qué pasaría si un día las editoriales, los estudios de cine, las farmacéuticas, las grandes corporaciones o las Naciones Unidas no contasen con sus traductores e intérpretes?  Supongo, la comunicación internacional cesaría,  la economía mundial estaría afectada y en el mundo de las finanzas, esto causaría un caos al no traducir sus cuentas.
Traductor, ¿cualquiera?  Definitivamente, no.  Un traductor estudia una carrera universitaria de al menos cinco años, se ensaya mucho antes de entrar en el mundo laboral, se especializa en varios campos, domina a la perfección por lo menos varios idiomas, el materno, llamado la lengua A y otro idioma, llamado la lengua B. Muchas veces, lo complementa con un tercer idioma, e inclusive más de tres. Todo depende, de la experiencia del traductor y de sus habilidades para adquirir conocimientos. El traductor es curioso, es un investigador incansable, un buscador de significados, un relator de historias, un escritor, un apasionado por la comunicación, un enamorado de las letras, un ser vivo de las madrugadas. Y aquí, usted puede comenzar a agregar más...¿se atreve?